Los primeros tejidos de la historia de la humanidad se remontan al Neolítico, hace millones de años. Los telares fueron las primeras formas en las que las mujeres de las aldeas creaban sacos para las semillas, mantas de abrigo, ropa para las familias y tantas cosas más.
De ahí, a nuestros días, este arte se ha ido pasando de generación en generación y ha cobrado mil formas y colores. El crochet o tejido a ganchillo parece ser originario de la zona de Arabia y desde allí se extendió al resto del mundo. Sin embargo, al rastrear el origen de la palabra nos encontramos que, en el mundo occidental, la palabra tiene una etimología alemana que significa “gancho” y que entre los siglos XVI y XVII se utilizó para denominar encajes de origen francés.
Durante el siglo XIX aparecieron los primeros patrones publicados en Europa, en revistas de labores femeninas.
Hoy en día el crochet está presente en todo el mundo, “cada tejedora con su librito” le va dando su forma y toque personal. La forma más común de llamarlo es cochet o ganchillo y según en qué parte del mundo estemos la forma en que llamamos a los puntos y sus combinaciones.
Les iré contando en este espacio sobre los materiales, mis fuentes de inspiración y algunos “trucos” a la hora de tejer.
Como adelanto: ¡no van a querer separarse de este mundo una vez que entren en él!
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